viernes, 9 de noviembre de 2012

Delirios.

Si, este es el final. Simplemente deja caer tus hombros, cierra los ojos, siente como tus pulmones cojen aire por última vez, siente el calor del sol rozando tu piel, agárrate al último ápice de vida que pueda haber a tu alrededor y empieza la cuenta atrás. Percibe como la tierra tiembla bajo nuestros pies, como el viento nos empuja con fuerza hacia atrás. Oye, como dentro de nosotros empieza una lucha interna; una desesperada búsqueda de los sentimientos apropiados. Lágrimas que se desmayan y caen por nuestras mejillas, como locos suicidas tirándose desde un balcón. Como si de un eclipse se tratara, uno que jamás volvería a dar paso a la luz del sol, algo así como rayos cortantes en el cielo, seguido de estremecedores truenos que enmudecen al alma. Como un preso espera en el corredor de la muerte, a su sentencia final. Unas llamas lentas que te consumen poco, a poco. Y entonces, solo entonces cuando el cielo decidió caérsenos encima, dijiste las palabras que lo sentenciaron:         
-Adiós.

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