viernes, 27 de abril de 2012

Russian Roulette.

Triste noche en la que decidí salir de casa, llovía y estaba muy oscuro, la luna se hallaba oculta tras las nubes, solo los rayos que irrumpían en el cielo iluminaban la noche.
Se oía el crugir de mis pasos, y notaba las gotas de lluvia que caían y resbalaban sobre mi, sabía a donde me dirigía pero no tenía tiempo para pensar el lo que iva a pasar, no pasó ni media hora cuando por fín llegué a el punto donde dos días antes habíamos quedado...
-¿Estás segura?
+No hay otra opción
-Entonces donde siempre a la misma hora.
El miedo que tenía aquel día había desaparecido, ya solo quedábamos él y yo, y sabíamos que solo uno vería de nuevo el amanecer, los demás habían ido callendo uno a uno, una ruleta rusa a la que precisamente sobrevivimos nosotros, ahora solo quedaba ver quien disparaba primero.
Me acerqué sin tan siquiera comprobar que había venido, podría estar escondido, esperándome para matarme en cualquier momento, pero él no era así, uno de los rayos iluminó una silueta y me supuse que era él, cuando al fin estábamos cara a cara me dijo:
-Hola, supongo que por última vez
Le miré, tenía la mirada vacía.
+Acabemos con esto, le dije.
Acto seguido asintió y se dio la vuelta, preparado para dar los últimos pasos. Ví como le temblaba la mano con la que sujetaba el arma, miré al cielo y me dí la vuelta, esperando la señal.
-Cuando quieras.
Empecé a dar los 12 pasos, pude ver como mi vida pasaba delante de mi, recuerdos de todo tipo a los que apenas ice caso.Cuatro, cinco, seis, siete... mi corazón latía con fuerza, y mi respiración se entrecortaba, nueve, diez... ya no había vuelta atrás, once, doce.

Disparé, se oyó un único disparo, por unos segundos me quedé paralizada, buscando el dolor que debía de tener por el disparo, pero pasados unos segundos no sentí nada, me atreví a mirar y comprobé que estaba sana y salva, el disparo no me había alcanzado.
Corrí entonces al lugar donde estaba él, lo hallé tirado en el suelo, con un disparo en el pecho del que manaba abundante sangre, me arrodillé junto a él.
+Lo siento.
Me miró, justo al tiempo de ver como se iva el brillo de sus ojos. Comencé a llorar, ahora estaba sola, pero no podía quedarme allí. La lluvia paró, y en el cielo empezaron a aparecer los primero rayos de sol, me alejé al tiempo que comenzaba a amanecer en París.